¿Sabías qué..?

¿Sabías qué… la primera misa flamenca cantada de la provincia y décima del mundo se celebró en nuestra parroquia de Santa María de Jesús de El Buitrón?

Tal como muestra una inscripción colgada en nuestra iglesia, fue en las  fiestas de la Santa Cruz allá por el año de 1972 cuando se celebró la primera misa flamenca cantada de la provincia de Huelva.

Inscripción conmemorativa del actoEn dicho evento intervinieron los cantantes Jesús Heredia y Manuel Suarez acompañados a la guitarra por nuestro querido paisano Eloy Vélez.

El acto religioso corrió a cargo del Rvdo. Padre D. Iliano Hidalgo, estando a cargo la dirección artística –religiosa D. Manuel León.

Justo detrás del cuadro y conservada en mal estado a causa de la humedad aparece un ruego escrito por el poeta Eloy Vélez que recuerda aquel acto. Dicho escrito es el siguiente:

RUEGO

“Quién la oyó recordará

siempre con gran emoción

a la misa más hermosa

que se ha cantado en Buitrón.

Y al que estuvo o no presente

le pido cuando lea esto

por los artistas ausentes

a la CRUZ un PADRENUESTRO”

Pregón de la Cruz y las Rosas

Buscando el origen de nuestras fiestas, encontramos un artículo en una revista publicada con motivo de las fiestas de la Santa Cruz de 1994, donde nuestro paisano Eloy Vélez Ramos, gran periodista y escritor, hacia un pregón mostrando muy bien de donde puede venir los orígenes de la fiesta de la Santa Cruz de Mayo en nuestra aldea.

Con habilidad y soltura ha recopilado en una lectura amena y expresiva, detalles que ocurrieron siglos atrás, cuando la aldea no era más que un puñado de vecinos movidos por la fe de buenos cristianos.

Dicho pregón es el siguiente:   

PREGÓN DE LA CRUZ Y LAS ROSAS.

Es primavera, la más bella estación del año. La de las flores, la del celo de los pajarillos que alegran estos campos, la del colorido y el perfume de las flores…

La del Mes de María, cuando las azucenas derrochan su fino aroma; la que nos recuerda nuestros años mozos llenos de inquietudes, en medio de este silencio rural y bucólico.

En esta estación, cualquiera es capaz de rellenar unas cuartillas mirando a este cielo azul y viendo el trato sencillo y cariñoso de esta gente, que se abre de brazos y se entrega a quién viene a verle y pisa esta tierra con gozo en el alma.

Sin embargo, debemos pedir disculpas por estas divagaciones que brotan espontáneamente del alma, con al agua del manantial, para tratar seguidamente del pregón que intentamos, sobre la Cruz y las Rosas.

Luego deben seguir otras cosas para cantar a esta tierra, a sus alrededores y a otras vivencias que quedaron grabadas para siempre en la memoria.

Pasemos pues, al pregón de la fiesta, tratando de hacer un poco de historia.

Para tratar de esta festividad, de sus posibles orígenes o antigüedad, tendremos que remontarnos a tiempos pretéritos, concretamente al año 1588, día 2 de octubre del año citado, cuando por orden del Papa Sixto V, fue aprobada y reconocida por el Vaticano, la celebración de la Santa Cruz de El Buitrón, por lo que se considera como la fiesta decana en todo el término.

Cuando la Santa Cruz tuvo sus principios, la aldea debía ser en aquellos tiempos, apenas un pequeño caserío de labradores y pastores, ya que tres siglos más tarde, año 1893, contaba solo con veinte vecinos, lo que no es de extrañar, pues en la misma fecha Zalamea la Real tenía solamente trescientos sesenta y seis vecinos.

De ahí, que estos datos fehacientes nos muevan a considerar que allá por el siglo XVI, los habitantes de la aldea serían muy pocos, pero eso sí, con magnificas disposiciones de organización, dado que antes de ser autorizada la celebración por el Papa, este puñado de aldeanos celebraba su fiesta con toda solemnidad.

El fervor de estas familias de buenos creyentes, ponían en la Cruz del Salvador toda su confianza, rogando que por su intercesión, sus cosechas rindieran buenos frutos y sus ganados tuvieran buenos pastos y así, los muchos sacrificios que suponían las duras tareas del campo, se vieran premiados, al conseguir arrancarle a una tierra esquiva y salvaje el pan de cada día.

Intuimos, que debía ejercer cierta influencia en aquellos abuelos del siglo XVI, la nomenclatura del suelo que cultivaban. Casi todas las tierras eran grandes baldíos o rancias capellanías; muchas de ellas con nombres piadosos, tales como, el Cercado de las Ánimas, el de El Niño Dios, los de la Iglesia y el Collado de la Virgen, -donde aún perduran los cimientos de una primitiva capilla- entre otros, también pertenecientes a la Iglesia, de nombres comunes. Hay aún quién recuerda en su infancia, cuando el cura de El Cerro venía a cobrar las capellanías, que más tarde, poco a poco, se fueron enajenando por cuatro perras.

Se cuenta, que era costumbre muy generalizada por los labradores, el santiguarse en el momento mismo de lanzar el primer puñado de semilla a los surcos receptores de su sementera; pero indudablemente vendrían años malos, en los que el campo no respondía a los duros trabajos realizados por el labrador; años en los que su pobre patrimonio se veía afectado por las inclemencias del tiempo y entonces, se acentuaba la miseria total, las escaseces y todo ese cúmulo de inconvenientes que surgen cuando, aun siendo buenos los resultados obtenidos, no lograban salir de la pobreza, contando sólo con lo justo para ir viviendo en medio de una desafortunada economía.

Tal vez, de ahí partiera la idea de buscar medios para la financiación de los pequeños festejos en honor de la Santa Cruz y para honrarla con ornamentos más dignos de representar tan sagrado símbolo.

Partiendo desde luego de esta hipótesis, bien puede ser que en tales circunstancias, algún avispado mayordomo tuviese la feliz idea de comercializar algo, como medio para saldar los gastos que ocasionaba la celebración. A fe, que no sabemos si ahí nació la popular rosa y sus demás congéneres frutos de sartén, aunque si es muy probable que ocurriera.

De otro lado, las cuestiones domingueras a domicilio, que aún se siguen efectuando, proporcionan ayudas muy útiles y necesarias para la obtención de este género de dulces caseros; y como la moneda corría poco, la mayor aportación consistía en huevos, aceite o harina, ya que en aquellos tiempos en cada casa se amasaba ese riquísimo pan de trigo de propia cosecha.

Como aditivo final y muy principal era la miel, que con una calidad extraordinaria por la abundante y variada flora serrana; remataba tan delicioso bocado.

Surgió el milagro de las rosas…

Santa Cruz de El Buitrón Años 40

… y se comercializaron; más tarde el alfajor, piñonates y la hojuela, estilo importado seguramente, de esas maravillosas dulceras valverdeñas, y con tan variado género se dio opción a distintos gustos, siendo sin embargo, la rosa la predilecta de todos los paladares.

Hemos vistos por esos mundos de Dios algo a lo que llaman flores, pero ni tan siquiera tienen el más leve parecido. Achaparradas, de masa gruesa, resecas como tronco quemado por el rayo, ni en presentación ni en paladar pueden compararse a nuestras rosas.

…¡Las rosas de la Cruz…! Las rosas de la Cruz llevan en su nombre bendiciones del Cielo y ello lo demuestra la fama adquirida dentro y fuera del término, lo que obliga a los mayordomos a fabricar durante todo un año, los muchos encargos que reciben de todas partes.

Y el milagro no es otro, sino que estas rosas se convierten en claveles para adornar la Santa Cruz; en velas para alumbrarla y en fiesta y alegría, cuando pasea las calles de su aldea. Este es el milagro, que unido al esfuerzo durante todo un año de los mayordomos, se convierten bien en billetes de curso legal el Domingo de Cuentas, para atención y conservación de su Parroquia.

¿Te parece poco el milagro, amigo lector…?

Contempla por unos momentos la obra millonaria que se está realizando en la parroquia sin ayuda alguna; piensa en cada peseta o mejor cada céntimo de esos millones, son gotas de sudor y sacrificios de esas mujeres aldeanas que, al pie del fogón casi un año entero, aspirando el resquemor del aceite, fabrican esos exquisitos fritos, que constituyen el medio de financiación de los festejos para honrar a la Santa Cruz.

Tras tantos sacrificios, los aldeanos se enorgullecen paseando la Santa Enseña por las calles y vibran de emoción en esos momentos llenos de tipismo de la Puja, cuando entra la Cruz al templo “dicen que tiene su gracia”.

Mira en el romero, víspera de la fiesta y escucha la algazara de los chavalillos, hasta tres o cuatro montando cada manso borriquillo.

Aquí, donde sin lujos se derrocha el tipismo, si vienes a la fiesta tendrás que decir con nosotros…:

¡Viva la Santa Cruz…!

Bienvenida

Autor: Álvaro Carnicero

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Published in: on 22/02/2011 at 20:19  Deja un comentario  
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